A partir del 30 de marzo de 1919 corrió la noticia de que en Limpias sucedían prodigios extraordinarios. Se decía que la imagen del Santísimo Cristo movía sus ojos, y que su cuerpo daba la sensación de estar vivo, que palidecía, sangraba y sudaba. El nombre de Limpias se hizo famoso en todo el mundo, llegando peregrinos provenientes de todos rincones del orbe.

A comienzos de 1919, los PP. Capuchinos llevaron a cabo “Misiones populares” en la parroquia de Limpias, el 30 de marzo, último día de la misión, al finalizar la Santa Misa, unas niñas afirman que el Santo Cristo movía sus ojos, hecho confirmado por el asombro y las exclamaciones de numerosas personas que desde diversos lugares del templo presenciaban este extraordinario acontecimiento. Para verificar el fenómeno, cuando se logró desalojar el templo, subió el párroco a una escalera hasta la Santa Imagen tocando el rostro y el cuello con un pañuelo comprobando que la imagen estaba húmeda, cosa que no ocurría con las otras imágenes.

“Agradecida al Stmo. Cristo de Limpias por haberme concedido una gracia especial y por haberme curado de una enfermedad”

Pilar Briz (1934)

La segunda manifestación ocurrió días después, el 13 de abril, Domingo de Ramos, cuando dos prominentes vecinos de Limpias que consideraban todo provocado por la histeria colectiva y alucinación se acercaron a la imagen y pudieron ver los ojos y la boca del Cristo moverse, ante tal experiencia, cayeron de rodillas pidiendo perdón por su falta de Fe. La tercera manifestación tuvo lugar el 20 de abril, Domingo de Resurrección, cuando varias hermanas pertenecientes a Las Hijas de la Cruz vieron moverse los ojos y la boca de Santo Cristo.

Con Anterioridad a esa fecha, el prodigio ya había sido notado por el Padre Antonio López, profesor del Colegio San Vicente de Paúl de dicha localidad: «Un luminoso día en el mes de agosto de 1914, acudí a la iglesia para instalar una nueva iluminación en el altar mayor, me hallaba solo en el templo, subido en una escalera apoyada sobre el muro donde se halla la imagen de Cristo Crucificado, al finalizar mi tarea comencé a limpiar su imagen, mi cabeza quedaba al mismo nivel que la del Santo Cristo, a menos de un metro de distancia; era un bello día y por la vidriera penetraban rayos de luz que iluminaban completamente el altar, sin notar la más leve anormalidad y después de aquel largo rato de trabajo, detuve mi mirada en los ojos del Crucificado advirtiendo que los tenía cerrados. Por varios minutos lo vi con toda claridad de manera que dudé si habitualmente los tenía abiertos, no podía creer lo que mis ojos contemplaban y sentí que las fuerzas me fallaban, perdí el equilibrio y caí de la escalera sufriendo un fuerte golpe. Al recobrar el sentido pude confirmar que los ojos de la imagen del crucifijo permanecían cerrados… Abandoné precipitadamente la iglesia para contar el hecho a mi comunidad, encontrándome con el sacristán, quien al verme tan agitado me preguntó que me ocurría, le relaté lo sucedido, lo cual no lo sorprendió puesto que ya había escuchado que el Santo Cristo había cerrado sus ojos en otras ocasiones

Pensando que el movimiento que había visto se debía a algún tipo de mecanismo, el sacerdote restó importancia a lo visto y se dio a la tarea de examinar la imagen minuciosamente, pudiendo confirmar que esta no posee ningún mecanismo y que sus ojos están tan firmemente fijos, comprobándolo una y otra vez. A petición de sus superiores, el padre Antonio escribió el relato de todo lo acontecido, manteniendo siempre la prudencia. No fue hasta marzo del 1920, un año después de los innumerables prodigios acontecidos en 1919, que esta declaración se hizo pública.

A partir de aquellos días, las manifestaciones sobrenaturales se repitieron periódicamente hasta el año 1935.

Todos estos relatos se podrían concluir con un breve relato elaborado por un periodista describiendo los hechos ocurridos en su presencia: «Pude percibir los movimientos de su mandíbula, como si estuviera pronunciando algunas sílabas con Sus labios. Cerré mis ojos fuertemente y me pregunté: ¿Qué habrá dicho? La respuesta no se hizo esperar, desde lo más profundo de mi corazón pude escuchar claramente esta palabra tan ungida, «TE AMO«.

Es por esta razón que Nuestro Señor realizó tantas maravillas ante los ojos de creyentes y no creyentes, En Limpias nos mostró la agonía de Su muerte y Su infinito amor por nosotros.

TESTIMONIOS DE LOS PRODIGIOS DE LIMPIAS

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